A. C. DOYLE - pleitos del señor Frankland
A. C. DOYLE - El sabueso de los Baskerville
Capítulo VIII – Primer informe del Dr.
Watson a Sherlock Holmes
En otros
casos rompe con sus propias manos el portón de otro propietario y afirma que
desde tiempo inmemorial ha existido allí una senda, por lo que reta al
propietario a que lo lleve a juicio por entrada ilegal. Es un erudito en el antiguo
derecho señorial y comunal, y unas veces aplica sus conocimientos en favor de
los habitantes de Fernworthy y otras en contra, de manera que periódicamente lo
llevan a hombros en triunfo por la calle mayor del pueblo o lo queman en
efigie, de acuerdo con su última hazaña.
( . . . ) se rumorea que tiene intención de pleitear
contra el doctor Mortimer por abrir una tumba sin el consentimiento de los
parientes más próximos del difunto, dado que extrajo un cráneo neolítico del túmulo funerario de
Long Down. (. . . )
Seguí a Frankland hasta su comedor.
-Es un gran día para mí, uno de los días de mi vida escritos con
letras doradas -exclamó, interrumpiéndose varias veces para reír entre
dientes-. He conseguido un doble triunfo. Me proponía enseñar a las gentes de
esta zona que la ley es la ley, y que aquí vive un hombre a quien no le asusta
recurrir a ella. He establecido un derecho de paso que cruza por el centro de
los jardines del viejo Middleton, que atraviesa la propiedad a menos de cien
metros de la puerta principal. ¿Qué me dice de eso? Vamos a enseñar a esos
magnates que no se puede pisotear los derechos de los plebeyos, ¡y que Dios los
confunda! Y también he cerrado el bosque donde iba de excursión la gente de
Fernworthy. Esos infernales pueblerinos parecen creer que no existe el derecho
de propiedad y que pueden meterse por donde les apetezca y ensuciarlo todo con
papeles y botellas. Ambos casos fallados, doctor Watson, y los dos a mi favor.
No recuerdo un día parecido desde que conseguí que condenaran a Sir John
Morland por cazar en sus propias tierras.
-¿Cómo demonios consiguió usted eso?
-Mírelo en la jurisprudencia, señor mío. Merece la pena leerlo:
Frankland contra Morland, llegamos hasta el Tribunal Supremo. Me costó
doscientas libras, pero conseguí que se fallara a mi favor.
-¿Le reportó algún beneficio?
-Ninguno, señor mío, ninguno. Me enorgullece decir que yo no tenía
interés material alguno en aquella cuestión. Siempre actúo por sentido del
deber. No me cabe la menor duda, por ejemplo, de que los habitantes de
Fernworthy me quemarán esta noche en efigie. La última vez que lo hicieron dije
a la policía que deberían impedir espectáculos tan lamentables. La
incompetencia de la policía del condado es escandalosa, señor mío, y no se me
proporciona la protección a la que tengo derecho. Mi pleito contra la Reina
servirá para atraer la atención del público sobre este asunto. Les dije que
tendrían oportunidad de lamentar la manera en que me tratan y mis palabras se
han hecho ya realidad.
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