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Mostrando entradas de abril, 2020

SEBRELI - La belle époque: nacimiento del ocio

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LA BELLE ÉPOQUE: NACIMIENTO DEL OCIO Las burguesías afiebradas de las posguerras y de los años de ascenso del socialismo necesitaron crearse un pasado mitológico, una “edad de oro” feliz donde no se conocieran luchas sociales, ni peligros o donde, por lo menos, estos no se hubieran hecho presentes a la conciencia sino de un modo vagoroso. Se la llamó belle époque en francés, porque el francés era el idioma universal en esos tiempos, y su comienzo puede ubicarse alrededor de 1899, fecha de la Exposición Internacional de París, fecha también en que comienza el gran auge de Mar del Plata –un año antes había inaugurado el Bristol Hotel-, ciudad que como veremos luego está indisolublemente unida al espíritu de la belle époque. La época por supuesto no tenía nada de bella para quienes tuvieron que vivirla desde la situación de las clases trabajadoras o desde la parte del mundo sometida al imperialismo y al colonialismo. La dulzura de vivir sólo podía ser experimentada por las grand

refranes, consejos y proverbios (algunos, dudosos)

·          "No te preocupes por no ser conocido. Preocupate por ser digno de que se te conozca" ·          "Una gota de tinta, puede más que cien memorias privilegiadas." ·          "Vive cada día de tu vida como si fuera el último...un día acertarás" ·          "Un viaje de diez mil kilómetros empieza por un solo paso." ·          "Si haces planes para un año, siembra arroz. Si los haces para dos lustros, planta árboles. Si los haces para toda la vida, educa a una persona." ·          "Si me das pescado, comeré hoy, si me enseñas a pescar podré comer mañana." ·          "Si el alumno no supera al maestro, ni es bueno el alumno, ni es bueno el maestro." ·          Quien hace una pregunta es ignorante cinco minutos; quien no la hace será siempre ignorante." ·          "Quien pisa con suavidad va lejos." ·          "Para quien no sabe a dónde quiere ir, todos los caminos sirven.&

BRADBURY - periódicos

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-¿Leen periódicos? Por supuesto. ¿Pero los leen como yo? Dudo que hayan descubierto mi sistema. Pero no, no lo descubrí yo. Más bien el sistema se me impuso. Pero luego de un tiempo vi que era un sistema inteligente. Recibo siempre los periódicos con una semana de atraso. Todos nosotros, aquellos que tienen interés, reciben los periódicos con una semana de atraso, de la capital. Ye esta circunstancia da a un hombre ideas claras. Uno cuida sus ideas cuando lee un periódico viejo. El marido y la mujer le pidieron que siguiese. -Bueno –dijo el viejo-. Recuerdo cuando viví un mes en la capital y compraba el periódico todos los días. El amor, la ira, la irritación, la frustración me dominaban.   Hervían en mí todas las pasiones. Yo era joven. Todo me sacaba de quicio. De pronto comprendí. Creía en todo lo que leía. ¿Lo notaron? ¿Notaron que uno cree en un periódico recién impreso?   Esto ha ocurrido hace una hora, piensa uno. Debe ser verdad. –El viejo sacudió la cabeza-. Así que

SALVADOR FERLA - La oligarquía

La oligarquía es un grupo social espiritualmente subdesarrollado. Aún está mirando a la Argentina con los ojos asombrados del conquistador; no como una patria, sino como una inmensa, infinita posibilidad de enriquecimiento, como un medio silvestre donde operar. Por eso los problemas sociales no se le presentan como tales sino como dificultades, como obstáculos en su libertad. Tiene del obrero argentino la misma imagen que antes tuvo del indio y del gaucho: no son identidades humanas, son ‘dificultad’ y su reacción es la de eliminar dificultades, no la de solucionar problemas.           (Salvador Ferla, 1964)

ANDRADE - La vuelta al hogar

(Olegario V. Andrade - 1841/1882) la vuelta al hogar          recuerdos Todo está como era entonces: la casa, la calle, el río, los árboles con sus hojas ¡y las ramas con sus nidos! Todo está, nada ha cambiado: el horizonte es el mismo; lo que dicen esas brisas ¡ya otras veces me lo han dicho! ¡Ondas, aves y murmullos son mis viejos conocidos, confidentes del secreto de mis primeros suspiros! Bajo aquel sauce que moja su   cabellera en el río, ¡largas horas he pasado a solas con mis delirios! ¡Las hojas de esas achiras eran el tosco abanico, que refrescaba mi frente y humedecía mis rizos! Un viejo tronco de ceibo me daba sombra y abrigo, ¡un ceibo que desgajaron los huracanes de estío! Piadosa una enredadera de perfumados racimos, lo adornaba con sus flores de pétalos amarillos. El ceibo estaba orgulloso con su brillante atavío, ¡era un collar de topacios ceñido al cuello de un indio! Todos aquí