BRADBURY - periódicos

El marido y la mujer le pidieron que siguiese.
-Bueno –dijo el viejo-. Recuerdo cuando viví un mes en la
capital y compraba el periódico todos los días. El amor, la ira, la irritación,
la frustración me dominaban. Hervían en
mí todas las pasiones. Yo era joven. Todo me sacaba de quicio. De pronto
comprendí. Creía en todo lo que leía. ¿Lo notaron? ¿Notaron que uno cree en un
periódico recién impreso? Esto ha
ocurrido hace una hora, piensa uno. Debe ser verdad. –El viejo sacudió la
cabeza-. Así que aprendí a retroceder, y dejar que el periódico envejeciera y
madurara. Aquí, en Colonia, observé que los titulares disminuían hasta
desaparecer. El periódico de hace una semana . . . cómo, si hasta uno podría
escupir en él, si quisiese. Es como una mujer que se amó una vez, pero uno ve
ahora, días más tarde, que no es como uno creía. Tiene una cara bastante común,
y es tan profunda como un vaso de agua.
(Y la roca gritó, Ray Bradbury)
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