CONDE LUCANOR - De lo que aconteció al árbol de la mentira
“…la mentira triple,
que es
mortalmente engañosa,
es la que
miente y engaña
diciendo la
verdad…”
Un día
hablaba el conde Lucanor con Patronio, su consejero, y le dijo así: ”Patronio,
sabed que estoy muy desazonado y muy alborotado con unos hombres que no me aman
mucho, y estos hombres son tan revoltosos y embusteros, que nunca hacen otra
cosa sino mentir, a mí y a todos los demás con quienes han de hacer o decidir
alguna cosa, y las mentiras que dicen las saben tan bien adornar y aprovecharse
de ellas, que me causan gran daño, y ellos aumentan su poderío y tienen a la
gente muy en mi contra; y bien podéis creer que si yo quisiera obrar de la
misma manera por ventura lo sabría hacer tan bien como ellos; mas porque yo sé
que la mentira es de mala condición, nunca me pagaré de ella y ahora, por el
buen entendimiento que tenéis, os ruego que me aconsejéis qué actitud tomaré
con estos hombres.”
“Señor
conde, dijo Patronio, la Mentira y la Verdad se unieron en compañía, y después
que estuvieron así un tiempo, la Mentira, que es más acuciosa, dijo a la Verdad
que sería bueno que plantasen un árbol del que tuvieran fruto y pudiesen estar
a su sombra cuando hiciese calor. Y la Verdad, como es cosa sencilla y de buena
voluntad, dijo que le agradaba.
Cuando
el árbol estuvo plantado y empezó a crecer, dijo la Mentira a la Verdad que
cada una de ellas tomase su parte de aquel árbol, y la Mentira, dando a
entender a la Verdad, con razones falaces y apuestas, que la raíz es lo que da
la vida y sostén al árbol y que es mejor cosa y de mayor provecho, aconsejó la
Mentira a la Verdad que tomase las raíces del árbol, que estaban bajo tierra, y
ella se aventuraría a tomar aquellas ramillas que debían salir, y están sobre
tierra, aunque era muy peligroso, porque estaba expuesto a ser cortado u
hollado por los hombres, o roído por las bestias, o destrozado por las aves con
sus picos, o con sus garras, o con sus patas, o secarlo el gran calor, o
quemarlo la helada; y que de todos esos peligros no tenía que sufrir ninguno la
raíz. Y cuando la Verdad oyó todas estas razones, como en ella no hay mucha
astucia, y es cosa que confía y cree mucho, se fió en la Mentira, su compañera,
y tuvo por verdad lo que le decía, creyendo que la Mentira le aconsejaba bien,
y que recibía muy buena parte; y tomó la raíz del árbol y quedó muy contenta
con aquella parte.
Después
que la mentira hubo llevado esto a cabo, quedó muy alegre por el engaño que
había hecho a su compañera, diciéndole mentiras falaces, hermosas y compuestas.
Entonces la Verdad se metió bajo tierra para vivir donde estaban las raíces,
que era su parte y la Mentira quedó sobre la Tierra, donde viven los hombres y
andan las gentes, y todas las demás cosas. Y como era muy lisonjera, al poco
tiempo estaban contentos de ella, y su árbol comenzó a crecer y a echar muy
grandes ramas y muy grandes hojas, y daba muy hermosa sombra, y aparecieron muy
bonitas flores, de muy hermosos colores y muy agradables a la vista. Cuando las
gentes vieron aquel árbol tan hermoso reuníanse de muy buena gana para estar a
su lado y contentábanse mucho de su sombra, y las más de las gentes estaban
siempre allí, y aun los que se hallaban en otros lugares decían los unos a los
otros que si querían estar regalados y alegres, que fuesen a estar a la sombra
del árbol de la mentira.
Cuando
las gentes se hallaban reunidas bajo aquel árbol, como la Mentira era muy
halagadora y de mucha sabiduría, causaba muchos placeres a las gentes, y
enseñábales su sabiduría, y las gentes se alegraban mucho de aprender aquel
arte. De esta manera atrajo a sí a todas las gentes del mundo, y a los unos les
enseñaba mentiras sencillas, y a los otros mucho más sabios mentiras dobles. Y
debéis saber que la mentira sencilla es cuando el hombre dice a otro: ”Don
Fulano, yo haré tal cosa por vos” y miente en lo que dice; y la mentira doble
es cuando le hace juramentos o le rinde homenaje o le da rehenes, o pone a
otros por sí para que hagan todos aquellos pactos, y al dar estas seguridades
ya ha pensado él y sabe de qué manera todo esto quedará en mentira y en engaño.
Mas la mentira triple, que es mortalmente engañosa es la que miente y engaña
diciendo la verdad. De esta mentira había tanto en la Mentira y la sabía
enseñar tan bien a los que se contentaban de estar a la sombra de su árbol, que
con aquella sabiduría les hacía llevar cabo las más de las cosas que ellos
querían, y ningún hombre que no supiese aquel arte podía evitar que no le
llevasen a hacer su voluntad. Y lo uno por la hermosura del árbol, lo otro por
el gran arte que de la Mentira aprendía, las gentes deseaban mucho estar bajo
aquella sombra, y aprender lo que aquella Mentira les enseñaba, y la Mentira
era muy honrada y muy apreciada, y la acompañaba mucha gente, y el que menos se
acercaba a ella, y menos sabía de su arte, era menospreciado por todos, y aun
él mismo se preciaba en menos.
Hallándose
la Mentira tan bienandante, y la Verdad despreciada y desdichada, pues estaba
escondida bajo tierra, y ningún hombre sabía nada de ella, ni se pagaba de
ella, ni la quería buscar, ella, viendo que no le había quedado otra cosa con
que se pudiese sostener sino aquellas raíces del árbol, que era la parte que la
mentira le aconsejara tomar, a falta de otra comida tuvo que ponerse a roer y a
cortar y a sustentarse con las raíces del árbol de la Mentira. Y aunque el
árbol tenía muy buenas ramas y muy anchas hojas y daba muy gran sombra y muchas
flores de muy vistosos colores, antes de que pudiese llevar fruto fueron
cortadas todas las raíces, pues debió comerlas la Verdad, que no tenía otra
cosa con que alimentarse.
Cuando
las raíces del árbol de la Mentira estuvieron todas cortadas, hallándose la
Mentira a la sombra de su árbol con todas las gentes que aprendían aquel arte
suyo, vino un viento y dio en el árbol; y como todas sus raíces estaban
cortadas, fue fácil de derribar, y cayó sobre la Mentira y la quebrantó de muy
mala manera, y todos los que estaban aprendiendo de su arte fueron muertos y muy
mal heridos y quedaron malandantes. Y del lugar donde estaba el tronco del
árbol salió la Verdad, que estaba escondida; y cuando estuvo sobre la tierra
halló que la Mentira y todos los que a ella se acercaron eran muy malandantes y
se hallaron mal de cuanto aprendieron de la Mentira y del uso que de ello
habían hecho.
Y vos,
señor conde Lucanor, parad mientes que la Mentira tiene muy grandes ramas, y
sus flores, que son sus dichos, y sus pensamientos y sus halagos son muy
placenteros y de ello se aficiona mucho la gente; empero todo es sombra y nunca
llegan a buen fruto. Por tanto, si aquellos contrarios vuestros usan las
sabidurías y los engaños de la Mentira, guardaos de ello cuando pudiereis, y no
queráis ser su compañero en aquel arte, ni tengáis envidia de la felicidad que
tiene por usar el arte de la Mentira, pues estad seguro que les durará poco y
no pueden tener buen fin, y cuando creen ser más dichosos, entonces les
fallará, así como falló el árbol de la Mentira a los que creían ser muy
afortunados a su sombra. Mas aunque la Verdad sea menospreciada, abrazaos bien
a ella y apreciadla mucho; pues estad seguro que por ella seréis bienandante y
llegareis a buen fin, y ganareis la gracia de Dios, para que os dé en este
mundo mucho bien y mucha honra para el cuerpo, y para el alma salvamiento en el
otro.”
Al conde
le agradó mucho este consejo que Patronio le dio, lo hizo así, y se halló muy
bien.
Y
entendiendo don Juan que ese ejemplo era bueno, lo hizo escribir en este libro,
e hizo los versos que dicen así:
Seguid la Verdad y de la Mentira huid.
Pues su mal aumenta quien usa el mentir.
- ( El Conde Lucanor, año 1335 ) -
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