J. B. ALBERDI

Los liberales argentinos son amantes platónicos de una deidad que no han visto ni conocen. Ser libre, para ellos, no consiste en gobernarse a sí mismos, sino en gobernar a los otros. La posesión del gobierno: he ahí toda su libertad. El monopolio del gobierno: he ahí todo su liberalismo. A fuerza de tomar y amar el gobierno como libertad, no quieren dividirlo, y en toda la participación de él dada a los otros ven un adulterio.   (...)

La libertad de los otros, dicen ellos, es el despotismo; el gobierno en nuestro poder, es la verdadera libertad… Así, esos liberales toman con un candor angelical por libertad lo que no es en realidad sino el despotismo: es decir, la libertad del otro sustituida por la nuestra.    (...)

El liberalismo, como hábito de respetar el disentimiento de los otros ejercido en nuestra contra, es cosa que no cabe en la cabeza de un liberal argentino. El disidente, es enemigo: la disidencia de opinión, es guerra, hostilidad, que autoriza la represión y la muerte.

J. B. ALBERDI / Escritos póstumos, tomo X, Ensayos sobre la sociedad, los hombres y las cosas de Sud América. Buenos Aires, Cruz, 1899, página 155.

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¡Qué justificación solemne recibe con todo esto el general Rosas!

Las faltas que han podido imputarse a su política se referían a las personas y a los intereses personales. Pero nunca introdujo en las instituciones fundamentales que conciernen a la integridad de la Nación y a su soberanía interior o exterior, ninguna de esas innovaciones sacrílegas con que estos demagogos, fatuos en su saber tenebroso, están despedazando los fundamentos de nuestra pobre República.

J. B. ALBERDI, 1863, carta a Máximo Terrero)

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Para gobernar a la República Argentina vencida, sometida, enemiga, la alianza del Brasil era una parte esencial de la organización Mitre-Sarmiento; para dar a esa alianza de gobierno interior un pretexto internacional, la guerra al Estado oriental y al Paraguay, vienen a ser una necesidad de política interior; para justificar una guerra contra el mejor gobierno que haya tenido la República Oriental y el más ilustrado que haya tenido el Paraguay, era necesario encontrar abominables y monstruosos esos dos gobiernos; y López y Berro han sido víctimas de la lógica del crimen de sus adversarios.

J. B. ALBERDI

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Ganó la batalla de Pavón y le regaló a Buenos Aires la victoria, yéndose a su casa y dejando el campo de batalla en manos de los vencidos.
Capitaneó al Brasil para sacudir el ascendiente tiránico de Buenos Aires: hoy se pone a las órdenes de los dos, contra los países interiores.
Trabajó por la causa de las provincias: hoy trabaja contra ellas, por la causa de Buenos Aires. Representó el nacionalismo argentino: hoy es el brazo zurdo del localismo de Buenos Aires contra la República Argentina.
En el convenio, en la reforma de la Constitución, en la triple, alianza, Urquiza firmó lo que escribió Buenos Aires por la pluma de Victorica.

J. B. ALBERDI


En nombre de la libertad y con pretensiones de servirla, nuestros liberales Mitre, Sarmiento y Cía., han establecido un despotismo turco en la historia, en la política abstracta, en la leyenda, en la biografía de los argentinos. Sobre la Revolución de Mayo, sobre la guerra de la independencia, sobre sus batallas, sobre sus guerras ellos tienen un Alcorán, que es ley aceptar, creer, profesar, so pena de excomunión por el crimen de barbarie o caudillaje. Belgrano no es el Belgrano que Dios hizo; el verdadero y autentico Belgrano es el Belgrano hecho y compuesto por Mitre. El San Martín de Sarmiento es el autentico, el genuino y verdadero San Martín, no el que resulta de sus propios hechos registrados en la historia. La historia no es un patrimonio común de todo el mundo. No todos tienen el derecho de contarla o escribirla al menos que no sea conforme a los tipos históricos grabados por los liberales oficiales. Sus textos son un código de verdad histórica; refutarlos es violar la ley, invertir el orden público: es un crimen de estado; y el disidente un profano, un criminal.

J. B. ALBERDI


El primer inconveniente que hallamos al general Mitre para ser jefe de un partido liberal es que no entiende con precisión lo que es la libertad… La mejor prueba de que el general Mitre ignora la libertad es que la equivoca con el odio, en los que la ejercen contra él. Un hombre de libertad no se pone jamás en posición de razonar de este modo virtualmente favorito del general Mitre: ´¿No es de mi opinión? Luego me odia. ¿Me contradice, me critica? Luego es mi enemigo. ¿Me hace oposición? Luego me hostiliza ¿Me resiste? Luego me provoca, me declara la guerra, me da derecho a exterminarlo

J. B. ALBERDI


Detesta la sangre cuando no es él quien la derrama; aborrece los golpes de Estado, cuando no los da él mismo: No se matan las ideas, dice él, cuando son las suyas; pero es un Troppman para las ideas de los otros. La libertad de prensa es su ídolo, a condición de que no se use en criticar sus libros porque degenera en crimen de lesa patria.
El Papa puede no ser infalible; pero es torpeza negar la infalibilidad de Sarmiento.
Su liberalismo habría atado una cadena al pie del que escribe estas líneas, por el crimen de haber criticado sus libros. El quiere la instrucción del pueblo, a condición de que se instruya en sus libros y lo admire; pues si la instrucción ha de servir para encontrarlos defectuosos, vale más la barbarie de los indios, para la civilización de Sarmiento.

J. B. ALBERDI


Comentarios

  1. SOBRE LOS LIBERALES TERRAPLANISTAS

    Me gustaría que la clase política, y más los políticos progresistas, no abonen la apropiación del término “libertario”, subvirtiéndolo, que han hecho los pichones de fachistas de Milei.

    Libertario es un término político con mucha historia que alude a librepensadores con tendencia proletaria. Muchos anarquistas en serio se llamaron a sí mismos, sobre todo en la historia de España, socialistas libertarios. El profesor de sociología de la UNR Carlos Solero podría dar una cátedra al respecto.

    De alguna forma, me considero un peronista libertario, y me produce repulsión observar cómo los ultraderechistas mencionados se han apropiado del término con la anuencia de los medios de difusión y de la clase política en general. (Hace un par de domingos escuché a un político que respeto, Agustín Rossi, refiriéndose a ellos y acaso sin querer bendiciéndolos con el término, cuando hizo un análisis del resultado electoral.)

    Ojalá comiencen a llamarlos como lo que son: ultraderechistas. O liberales terraplanistas…

    Juan Carlos Vimo, calivimo@hotmail.com
    https://www.facebook.com/Juan.Carlos.Cali.Vimo/
    Rosario, domingo 5 de diciembre de 2021

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