SABATO - esperanza de volver a verla - desdén e ironía - tiempo, felicidad y frustración - otro rostro
La
“esperanza” de volver a verla (reflexionó Bruno con melancólica ironía). Y
también se dijo: ¿no serán todas las esperanzas de los hombres tan grotescas
como éstas? Ya que, dada la índole del mundo, tenemos esperanzas en
acontecimientos que, de producirse, sólo nos proporcionarían frustración y
amargura; motivo por el cual los pesimistas se reclutan entre los ex
esperanzados, puesto que para tener una visión negra del mundo hay que haber
creído antes en él y en sus posibilidades. Y todavía resulta más curioso y
paradojal que los pesimistas, una vez que resultaron desilusionados, no son
constantes y sistemáticamente desesperanzados, sino que, en cierto modo,
parecen dispuestos a renovar su esperanza a cada instante, aunque lo disimulen
debajo de su negra envoltura de amargados universales, en virtud de una suerte
de pudor metafísico; como si el pesimismo, para mantenerse fuerte y siempre
vigoroso, necesitase de vez en cuando un nuevo impulso producido por una nueva
y brutal desilusión.
(Sobre Héroes y Tumbas - Ernesto Sábato)
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Pues no hay hombre que en última
instancia merezca el desdén y la ironía; ya que, tarde o temprano, con divisas
fuertes o no, lo alcanzan las desgracias, las muertes de sus hijos, o hermanos,
su propia vejez y su propia soledad ante la muerte. Resultando finalmente más
inválido que nadie; por la misma razón que es más indefenso el hombre de armas
que es sorprendido sin su cota de malla que el insignificante hombre de paz
que, por no haberla tenido nunca, tampoco siente nunca su carencia.
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Porque
no hay una felicidad absoluta, pensaba. Apenas se nos da en fugaces y frágiles
momentos, y el arte es una manera de eternizar (de querer eternizar) esos
instantes de amor o de éxtasis; y porque todas nuestras esperanzas se convierten
tarde o temprano en torpes realidades; porque todos somos frustrados de alguna
manera, y si triunfamos en algo fracasamos en otra cosa, por ser la frustración
el inevitable destino de todo ser que ha nacido para morir; y porque todos
estamos solos o terminamos solos algún día: los amantes sin el amado, el padre sin sus hijos o los hijos
sin sus padres, y el revolucionario puro ante la triste materialización de
aquellos ideales que años atrás defendió con su sufrimiento en medio de atroces
torturas; y porque toda la vida es un perpetuo desencuentro, y alguien que
encontramos en nuestro camino no lo queremos cuando él nos quiere, o lo
queremos cuando ya él no nos quiere, o después de muerto, cuando nuestro amor
es ya inútil; y porque nada de lo que fue vuelve a ser, y las cosas y los hombres
y los niños no son lo que fueron un día, y nuestra casa de infancia ya no es
más la que escondió nuestros tesoros y secretos, y el padre se muere sin
habernos comunicado palabras tal vez fundamentales, y cuando lo entendemos ya
no está más entre nosotros y no podemos curar sus antiguas tristezas y los
viejos desencuentros; y porque el pueblo se ha transformado, y la escuela donde
aprendimos a leer ya no tiene aquellas láminas que nos hacían soñar, y los
circos han sido desplazados por la televisión, y no hay organitos, y la plaza
de infancia es ridículamente pequeña cuando la volvemos a encontrar.
(Abaddón el exterminador - Ernesto Sábato)
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EL OTRO ROSTRO DEL PERONISMO
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