PLUTARCO - Licurgo y Numa

Plutarco – VIDAS PARALELAS –
Licurgo - VIII
La segunda y más osada ordenación de Licurgo fue el repartimiento del terreno, porque siendo terrible la desigualdad y diferencia, por la cual muchos pobres necesitados sobrecargaban la ciudad, y la riqueza se acumulaba en muy pocos, se propuso desterrar la insolencia, la envidia, la corrupción, el regalo, y principalmente los dos mayores y más antiguos males que todos estos: la riqueza y la pobreza; para lo que les persuadió que, presentando el país todo como vacío, se repartiese de nuevo, y todos viviesen entre sí uniformes e igualmente arraigados, dando el prez de preferencia a sola la virtud, como que de uno a otro no hay más diferencia o desigualdad que la que induce la justa reprensión de lo torpe y la alabanza de lo honesto; y diciendo y haciendo, distribuyó a los del campo el terreno de Laconia en treinta mil suertes, y el que caía hacia la ciudad de Esparta, en nueve mil, porque éstas fueron las suertes de los Espartanos. Algunos dicen que Licurgo no hizo sino seis mil suertes, y después Polidoro, rey, añadió otras tres mil, y otros que éste hizo la mitad de las nueve mil y la otra mitad las había hecho Licurgo. La suerte de cada uno era la que se juzgó podría producir una renta, que era por el hombre setenta fanegas de cebada y doce por la mujer, y una cantidad de frutos líquidos proporcionada, porque creyeron que ésta era comida suficiente para que estuviesen sanos y fuertes, sin que ninguna otra cosa les hi.iese falta, Refiérese que mucho más adelante, volviendo él mismo de un viaje al país, en tiempo que acababa de hacerse la siega, al ver las parvas emparejadas e iguales, sonriéndose, había dicho a los que allí se hallaban: “ Toda la Laconia parece que es de unos hermanos que acaban de hacer sus reparticiones.”
Comparación de Licurgo y Numa – I
... Numa había sido un legislador mucho más benigno, el cual aún los reconocidos por esclavos les hizo gustar los honores de la libertad, acostumbrándolos a comer confundidos con sus amos en los Saturnales (se celebraban en diciembre y duraban siete días); porque se dice haber sido también ésta una de las leyes patrias de Numa, que quiso llamar una vez en el año a la participación de los frutos a los que eran colaboradores en el cultivo ...

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