DOLINA - arte en colaboración - seguir jugando
Arte en colaboración
Yo que he tenido la ocasión de ser admitido como
asistente por algunos artistas, me permitiré unas modestias recomendaciones.
La primera es elegir un par. No es honesto
aprovechar el talento o el prestigio de alguien mejor que uno. Y también es
penoso detenerse cada tres pasos para esperar a un insolvente.
La segunda es también la última: es conveniente,
antes de escribir con alguien, practicar la amistad, compartir aventuras y
desventuras durante algunos años, cultivar el afecto y la compasión, generar el
respeto y la comprensión tolerante. Después, recién entonces, uno podrá decir
que está listo para empezar la obra.
Pero la obra ya estará terminada.
Alejandro Dolina - 1987
En un momento de su carrera James M. Barrie (autor de "Peter Pan") escribió una biografía de su madre que tituló “Margaret Ogilvy”. Este libro contiene la frase reveladora de toda su literatura. Dice así: “…el horror de mi infancia fue que yo sabía que se acercaba el tiempo en que debería renunciar a mis juegos, y eso me parecía intolerable. Resolví seguir jugando en secreto…”
Hace algunos años, alguien
con el propósito de insultarme me dijo que yo parecía Peter Pan. Y entonces
garabateé esto en algunos papeles que hoy he encontrado:
El mundo que hoy nos toca
vivir nos tienta con el progreso personal, con el ingreso a los circuitos de
consumo y con la plena posesión de los derechos de la adultez. Por cierto se
fomenta la admiración por la precocidad. Nos encanta que los niños vivan
situaciones adultas. Ahora bien, ¿qué es una situación adulta? Según parece,
tener deseos sexuales y ansias de posesión. O quizás adquirir cierto aplomo
mundano que permite usar palabras tales como: “igualmente”, “saludos por su
casa” o “muy amable de su parte”.
Bueno, a todo esto
contesto que para ser un imbécil no hay apuro. La precocidad de un niño
pianista es admirable. La precocidad de un miserable que aprendió demasiado
pronto los riesgos de prestar libros es basura.
Como quiera que sea, el
mundo exige abandonar los juegos y “progresar”. Y los que se quedan jugando
reciben desprecio y burla.
Por eso hay quienes como
Sir James Barrie, el autor de Peter Pan, que han resuelto seguir jugando en
secreto.
Hay personas que, sin que
nadie lo sepa, recorren las calles y juegan. No pisan las baldosas azules para
no matar ángeles, y sí las rojas para matar demonios o juegan a que morirán si
se cruzan con una rubia en la siguiente cuadra o gritan en los zaguanes, o
pisan las hojas secas para deleitarse con el crujido.
Pero no nos engañemos,
estamos hablando de otra cosa, no de mera afición lúdica. Se trata de seguir en
secreto profesando una moral heroica. De seguir creyendo. De creer, no con la
estupidez de los mamertos, sino con la locura de los que jamás podrán aprender
a acomodarse en un universo burgués de mezquindad, de seguros contra robos y de
electrodomésticos como parámetros de dicha.
James Barrie no quería
crecer. Peter Pan no quería crecer. No quería crecer en el peor de los
sentidos. No quería esa mediocre resignación que algunos llaman “madurez”.
Nosotros en este programa
hemos resuelto seguir jugando en secreto. Jugamos a que un buen verso salva una
vida. Jugamos a que el amor es más importante que la prosperidad. Jugamos a
pensar, a enloquecernos con un acorde. Jugamos a creer que lo mejor de la vida
todavía no sucedió.
Claro que allí están las
personas razonables que nos desprecian y nos dicen Peter Pan. Y se ríen de
nuestros juegos y de nuestros sueños.
Para ellos es todo el
mundo. El mundo de los adultos y de los burgueses. El mundo de la televisión.
El mundo de los concursos o el del rating tampoco es el mundo de los juegos.
Porque los juegos, el sueño secreto de la juventud, es cosa de gente seria.
Alejandro Dolina
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